Distopía

Aquella mañana Siri había hecho el descubrimiento más insólito de su carrera como escritora. Mientras hacía limpia en la oficina, se había topado con un folleto de hacía varios siglos que anunciaba un extraño certamen literario. Fascinada por el hallazgo y aprovechando que trabajaba en los archivos del estado, anduvo investigando en arcaicos manuales humanoides aquel género literario recién rescatado del olvido. No fue fácil recavar información sobre ello y, de hecho, estaba segura de que en su búsqueda había infringido varios artículos de la Ley de Desmemoria Histórica. Sin embargo, cuando por fin encontró la definición de aquella palabra, ésta le había generado unas veinte preguntas más. De camino a casa, reflexionó sobre cuál podría haber sido la motivación de aquellos extravagantes autores para escribir unas historias tan pesimistas. Nada sabía Siri de que la civilización humanoide un día había prosperado en la postmodernidad bostezando, melancólica de infortunios y suspenses, sumida en el más perfecto aburrimiento.

Esa misma tarde por fin, tras largos meses de sequía creativa, una bombilla se iluminó literal dentro de su cabeza y, con dedos metálicos, tecleó inspirada el comienzo de una nueva novela. Ésta sería distópica. «La volátil raza humana se ha sublevado y ha escapado de los campos de concentración donde lleva confinada más de quinientos años. La paz de la era robótica ha llegado a su fin.»

Metropolis
Fotograma de Metrópolis, Fritz Lang, 1927. Dominio público.

 

13 comentarios en “Distopía

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